lunes, 18 de junio de 2012

La maravilla de PROMETEO


Este fin de semana aproveche para ver la esperadisima Prometeo, del genial Ridley Scott., sobra decir que me fascino, en 3D la pelicula es impecable y realmente se disfruta mucho., a los fans  de la ciencia ficción como yo, les digo que no se van a decepcionar, visualmente es estupenda, y si cogea un poco en la parte del guion, en mi opinión, se salva.
Pero para eso adjunto la reseña que se ofrece en la pagina de EN FILME... y que cada quien forme su propia opinion, pues eso...



Prometeo

Es quizás la perfección técnica lo que acentúa aun más la grave falla de la película: un guión esencialmente plano que no conduce a ningún lado.
★★★1/2✩

Por Enrique Sánchez (@RikyTravolta)

Las películas de ciencia ficción conforman sin duda un género en donde abundan los personajes con ambiciones colosales. Podemos mencionar algunos como el de Ellie Arroway (Jodie Foster), la científica que desde niña sueña con convertirse en astronauta porque desea comunicarse con su padre muerto en Contacto (1997); Vincent Freeman (Ethan Hawke), que sobrepasa las desventajas de su genética engañando al sistema para convertirse en un viajero espacial incógnito en Gattaca (1997); y básicamente cualquiera de los personajes de 2001: Odisea del espacio(1968), desde los primates impulsados hacia el avance evolutivo por un místico monolito negro, hasta los astronautas que parten en una expedición a Saturno. Todos ellos emprenden una travesía física que en realidad es metáfora de un deseo espiritual, y que, por ser tan ambiciosa, solo se puede retratar de manera adecuada por medio de las capacidades que permite el género (el viaje espacial sigue siendo el privilegio de unos pocos). Estos personajes, ansiosos de abandonar la Tierra en un viaje a lo desconocido, pretenden transigir las fronteras en la medida de la posible. Es una empresa difícil, y sin embargo, Ridley Scott se muestra aún más insaciable conPrometheus, una cinta en donde la cuestión no es saber qué hay en la lejanía, sino encontrar el punto exacto del horizonte estelar en donde surgió la vida como la conocemos.

La película provocó mucha expectativa desde que Scott mencionó hace unos años que trabajaría en una precuela de Alien (1979). Posteriormente se supo que Prometheus solo compartiría el mismo universo del clásico de 1979, y a partir de entonces todo se complicó, pues nunca se aclaró hasta qué grado ambas cintas estarían relacionadas. Es importante tomar en cuenta lo anterior debido a que, a pesar de las similitudes, la nueva cinta de Scott se trata –a diferencia de la mayoría de las precuelas– de una obra con un enfoque extremadamente distinto al de aquel relato de suspenso del que parte, el cual tiene como base el miedo a lo desconocido.

Prometheus comienza con un gigante antropomorfo en medio de un escenario natural con una cascada y una hermosa vegetación; no se menciona el nombre del lugar, pero dicho escenario se asemeja a los que se encuentran en las regiones de nuestro planeta que hoy en día siguen libres de la mano del hombre. El director demuestra su talento para capturar paisajes deslumbrantes por medio de planos generales en donde los personajes se pierden durante algunos momentos, para luego adquirir protagonismo conforme transcurre la escena –desde Blade Runner (1982) hasta Cruzada (2005), e incluso pasando por la repudiada Robin Hood(2010), los ejemplos de este tipo de recurso abundan en la obra de Scott–; a esto hay que añadir unos efectos visuales impecables con el gigante pálido (“space jockey”, para los fans de Alien), quien se desmorona en el mar luego de beber el líquido negro que lleva en un recipiente, lo que da como resultado la aparición del hombre. La escena termina con el título de la película, y todo apunta a que Prometheus será algo memorable.

A continuación vemos un flashforward aún más extremo que el de 2001: Odisea del espacio. Hasta ahora, se decía que Kubrick había creado la elipsis más larga en la historia del cine –con un salto temporal de aproximadamente 4 millones de años–, pero Scott no se quiso quedar atrás, y por eso nos transporta desde el momento en que se originó la vida humana hasta el año 2089 (esto implica, por lo tanto, que el flashforward es de aproximadamente 60 millones de años). Es entonces que nos encontramos con Elizabeth Shaw (Rapace), una arqueóloga con una gran fe en Dios, y a su novio ateo, Charlie (Marshall-Green). Juntos acaban de descubrir un mapa estelar que los podría conducir a un encuentro con nuestros creadores. Otro corte y la historia se transporta cuatro años adelante, a bordo de la nave Prometheus, que realiza una expedición en busca de los “Ingenieros”. Siguiendo la tradición de Alien, los pasajeros duermen en cápsulas criogénicas, con excepción de un impasible sujeto que estudia lenguas primitivas e invade los sueños de Shaw. Se trata de David –interpretado de manera espléndida por Michael Fassbender–, un androide cuya misión es cumplir con los deseos de su difunto creador (Pearce), el fundador de la compañía Weyland. El grupo despierta poco antes de llegar a un planeta donde se encuentran unos túneles gigantescos que resguardan los restos de un grupo de Ingenieros. Es aquí donde se desarrollan las mejores escenas, con unos efectos visuales que se fusionan de manera armoniosa con el 3D, apantallando en lugar de distraer. Es también en este lugar donde concurren humanos, aliens (o algo muy parecido a ellos) e Ingenieros, para crear una historia que genera más preguntas que respuestas acerca de nuestros supuestos creadores y la espantosa criatura que vimos por primera vez en 1979, cuando surgió salvajemente del pecho de Kane, el personaje de John Hurt en Alien.

La tripulación del Prometheus está conformada por personas con motivaciones muy diversas: está la pareja de arqueólogos que busca con desesperación conocer a sus creadores; la fría representante de la Industria Weyland, Meredith Vickers (Theron), quien parece indiferente ante el objetivo de la misión; el capitán Janek (Elba), un líder chapado a la antigua a quien solo le importa su tripulación; unos cuantos hombres incautos y rebeldes que ponen en peligro la misión, como Millburn (Rafe Spall) y Fifield (Sean Harris); y, por supuesto, está David. Si bien no es el protagonista, el personaje de Fassbender es el más llamativo de la película, y no es casualidad que la publicidad que antecedió al estreno de la cinta haya estado llena de imágenes del actor alemán. Fassbender mencionó que para este papel evitó observar a fondo a los androides de Alien y sus secuelas, de manera que David posee las características de los “replicantes” de Blade Runner, quienes sienten un profundo odio hacia los humanos, producto de la envidia. El mismo Weyland, su creador, menciona casi a manera de reproche que su invento no tiene alma, y esta declaración es fundamental para nuestra percepción del androide, quien de manera muy sutil demuestra en ciertos momentos su rencor hacia los humanos y, al mismo tiempo, su amor hacia la forma en que viven (mientras la tripulación duerme, David disfruta de ver películas, explora los sueños de los humanos y juega básquetbol). Fassbender se encuentra muy por encima de sus antecesores en la saga: Ian Holm como Ash en Alien y Lance Henriksen como Bishop en Aliens (1986).

No sería correcto, sin embargo, dejar de lado a Noomi Rapace. La sueca de 32 años demuestra que está a la altura de heroínas como Ellen Ripley, y aunque Fassbender se roba la pantalla en cada oportunidad, la escena más impresionante pertenece a Rapace (para evitar spoilers, basta con mencionar que Scott logró realizar con éxito una escena tan impactante como aquélla en donde surge la criatura en Alien). El guionista Dan O'Bannon llegó a señalar que existen muchas implicaciones sexuales en la manera en que atacan los aliens para poder reproducirse –desde su incubación en el cuerpo de la víctima, hasta su violento nacimiento a través de éste–, y que la terrible muerte del personaje de John Hurt en la primera parte de la saga representa una crítica hacia las películas de horror en donde las mujeres mueren a manos de hombres o monstruos del sexo masculino. Es probable que sea ésta la razón de que Scott se incline por otorgarle papeles protagónicos a mujeres con carácter, y Rapace –a quien ya vimos en el papel de Lisbeth Salander en Los hombres que no amaban a las mujeres (2009)– no es una actriz que pase desapercibida.


Las virtudes de Prometheus son demasiadas; la película es una obra que cuida hasta el más mínimo detalle técnico, al grado en que realmente parece que el futuro ha llegado, y que la historia que vemos en pantalla trata de gente real en escenarios reales. Es quizás esta perfección técnica lo que acentúa aun más la grave falla de la película: un guión esencialmente plano que no conduce a ningún lado. La premisa es emocionante y prometedora, pero a pesar de que hay escenas de tensión, suspenso y acción, no hay enPrometheus ningún momento climático o trascendental para el desarrollo de la trama, y al final la película no responde las preguntas más importantes que se nos han planteado; en vez de eso, solo sirve para establecer las bases de una nueva saga.
Nadie puede dudar del talento técnico de Scott; el director comenzó su carrera dirigiendo anuncios de televisión, y, según sus declaraciones, esto le ayudó a perfeccionar su estética visual. Sus películas más importantes, AlienBlade Runner, tuvieron suerte de contar con el escritor Dan O’Bannon y la influencia del cuento de Philip K. Dick, respectivamente. A treinta años del estreno de estas grandiosas cintas, el cineasta británico cuenta con toda la libertad creativa que un director podría pedir, y de alguna manera, conPrometheus, es evidente que Scott aún necesita la ayuda de un buen guionista.


Junio 14, 2012