miércoles, 26 de febrero de 2014

El cronista llega a El Colegio


El ingreso de Juan Villoro, que tendrá lugar el día de hoy, marca una nueva etapa en las siete décadas de historia de esta institución 

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx  
Todo indicaba que 2012 era el año de Juan Villoro: recibía el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por su extensa y versátil obra, y el sello Candaya publicaba Materias dispuestas: Juan Villoro ante la crítica, un libro que lo situaba entre los grandes de la literatura en español junto a Roberto Bolaño, Ricardo Piglia y Enrique Vila-Matas; pero llegó el 2013 y volvió, otra vez, a ser el año de Juan Villoro: recibió el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez por la solidez de su obra y trayectoria en el periodismo de México; y se anunció su ingreso a El Colegio Nacional. Hoy dictará su discurso de ingreso y compartirá institución con su padre, el filósofo Luis Villoro.
Juan Villoro, el escritor y traductor nacido el 24 de septiembre de 1956, es sin duda uno de los más importantes cronistas iberoamericanos y una figura imprescindible en el actual panorama literario de México. Su obra es objeto de estudio en la academia mexicana, norteamericana, española y francesa; ha generado estudios en universidades, tesis de licenciatura y doctorales, análisis críticos de variedad de estudiosos e incluso es protagonista de un DVD documental Villoro en Villoro, un trabajo de 31 minutos de Juan Carlos Colín en el que críticos y amigos de Juan —incluida su hija Inés, de diez años— hablan con el autor sobre su proceso creativo.
Es un escritor todo terreno: cultiva la novela, el cuento, el ensayo, la crónica, el teatro, el periodismo y los libros para niños; es un autor fundamental para entender el México de las últimas tres décadas, por eso su obra ha despertado el interés en otras naciones y ha empezado a ser traducida al francés, alemán, italiano, inglés y portugués. En Francia circulan cinco de sus libros, el más reciente, Arrecife, fue editado el mes pasado con un tiraje de 4 mil ejemplares. No así en Estados Unidos, donde apenas comienza su historia con la traducción de Arrecife.
“Curiosamente, la obra de Villoro no ha sido traducida al inglés como correspondería para el mejor narrador de su generación y ciertamente uno de los principales intelectuales públicos de la actualidad. Hasta donde sé, sólo su última novela Arrecife está por aparecer en inglés. Algunos cuentos también han sido traducidos por separado. Estoy seguro que no pasará mucho tiempo para que los editores y lectores de Estados Unidos comprendan la importancia de su obra y contribuyan al reconocimiento que ha recibido internacionalmente con premios como el Villaurrutia, el Herralde y desde luego, su muy merecido ingreso al Colegio Nacional”, dice a EL UNIVERSAL, Oswaldo Zavala, profesor asociado del Graduate Center de la City University of New York (CUNY).
En una comunicación de ida y vuelta, como uno de los últimos libros de Juan Villoro a cuatro manos con el escritor argentino Martín Caparrós, las dos traductoras de sus libros en francés: Juliette Bárbara Ponce -quien además es su editora- e Isabelle Gugnon, comparten sus acercamientos al autor de El testigo, Los culpables, El libro salvaje y La casa pierde.
“Lo que me gusta es su genio para destacar lo absurdo y lo encantador de su país y traducirlo en unas narrativas llenas de humor y ternura”, señala Ponce, quien ha hecho la traducción de Los Culpables y en colaboración con Isabelle Gugnon las de Arrecife y El libro salvaje. Justo, Gugnon agrega: “También su arte de las referencias escondidas a su vida, a los escritores que le gustan, a la música”.
Las dos traductoras coinciden en que Juan Villoro tiene un estilo falsamente simple “cuando lo lees parece fácil, fluido, casi sin efectos especiales, pero al traducirlo descubres que es una trampa. Es un estilo muy trabajado, una simplicidad complicada”, dice Juliette Ponce. Isabelle arremete: “Cuando uno lo lee, tiene la impresión de que va a ser muy fácil traducirlo, y pasando a hacerlo, se da cuenta de que Villoro tiene duende para utilizar palabras sencillas en castellano, que necesitan casi siempre una sabia adaptación al francés”.
Obra que es materia de estudio
Oswaldo Zavala, quien junto con José Ramón Ruisánchez coordinó el libro Materias dispuestas: Juan Villoro ante la crítica, asegura que la obra de este narrador ha sido central en las producciones culturales de México en las últimas tres décadas y que su versatilidad al incursionar en múltiples géneros le ha permitido ocupar un lugar prominente en el campo literario como uno de los principales intérpretes de la realidad cultural y política en México.
“Villoro ha articulado uno de los mayores desmontajes del nacionalismo mexicano, y junto con pensadores como Roger Bartra y Carlos Monsiváis, nos ha enseñado a dilucidar críticamente la fuerza ideológica que insiste en la falacia de un ‘ser mexicano’ que esconde y borra las más perniciosas redes de poder en el país”, afirma Zavala.
Alejandro Hermosilla Sánchez, filólogo español y profesor de la Universidad de Murcia, asegura que Villoro es un referente central entre la antigua tradición de escritores mexicanos y la nueva. “Ha sabido mirar las vanguardias, el pop y el rock, movimientos de masas como el fútbol desde la tradición introduciéndolos en ella. Naturalizándolos. Y al mismo tiempo ha sabido explicar a las nuevas generaciones los más importantes rasgos de la escritores de la Revolución y posteriores épocas”.
Hermosilla reconoce en Juan Villoro una ventana para acercarse al México actual, una excelente puerta de introducción a partir del cual se podían rastrear diversas realidades con mucha mayor seguridad. “Villoro ha aportado transparencia, ética y seguridad para introducirse en México”. Zavala dice que Villoro es sin duda uno de los principales referentes de todo académico que se acerque a los estudios mexicanos desde prácticamente cualquier disciplina, incluida la literaria y en particular sus cinco novelas. “Es claro que estamos ante una obra de crucial relevancia política junto con una altísima factura estética y formal, que sitúa a Villoro a la par de Monsiváis, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Roberto Bolaño y Ricardo Piglia, por mencionar sólo a algunos de los escritores más afines a su proyecto literario”.