viernes, 23 de mayo de 2014

Ninfomanía Vol. 1





Dividida en dos volúmenes, con un total de poco más de cuatro horas de duración para una versión que con anuencia de su director, Lars von Trier, suprime escenas de sexo explícito, y cinco para una versión completa hasta hoy visible sólo en festivales,Ninfomanía (Nymphomaniac) es el largo recuento que hace una mujer de su intensa vida sexual pasada, de la destrucción que su promiscuidad ha provocado en torno suyo, y de las culpas que, mezcladas a una vacilante reivindicación del placer, aún siguen asaltándole.


Los espectadores de la Muestra verán la versión editada y los cinco capítulos que la componen, quedando para una fecha imprecisa los tres capítulos complementarios del segundo volumen. Todo ello a manera de un coito interrumpido, algo que curiosamente ilustra la des-erotización del material que con malicia opera el director en una película que la mercadotecnia, la controversia crítica, el morbo y el gusto por el escándalo se empeñan aún en presentar como pornográfica.

El incorregible iconoclasta que es Lars von Trier manipula todavía más el asunto diluyendo las fronteras entre un punto de vista falsamente feminista y una actitud suya abiertamente misógina. Con ello fascina convenientemente a los cinéfilos cazadores de emociones fuertes con barniz de profundidad filosófica o artística, e irrita, de modo igualmente conveniente, a los guardianes de la corrección moral que descalificarán su trabajo como reaccionario, narcisista, puritano e, insulto supremo, tedioso.


Como el propósito de la película se comprende mejor viendo y comparando sus dos volúmenes, habrá que intentar hacerse, a partir del material hoy accesible, una idea preliminar de su conjunto. Joe, una mujer de 50 años (Charlotte Gainsbourg), refiere confesionalmente a Seligman (Stellan Skarsgard), un maduro interlocutor solícito, su larga y vieja adicción al sexo. Un flash-backmuestra a una Joe muy joven (Stacey Martin) en sus laboriosos esfuerzos por erradicar el amor que distorsiona la realidad de todos sus encuentro sexuales (diez al día, en promedio), con el fin de preservar la impecable pureza de una lujuria transgresora. Seligman intentará comprender esa cándida soberbia satisfecha y disminuir en algo la culpa de la joven con elaboradas digresiones filosóficas.

Difícil imaginar algo menos erótico que ese doble juego de confesión y paciente escucha, aun cuando a éste lo interrumpan viñetas sexuales pudorosamente gráficas, artificios estilísticos (sobreimpresiones de números y textos, pantalla dividida, acciones paralelas), y una disquisición que equipara la polifonía de la música barroca con esa martirizada ninfomanía que hoy ofrece el virtuoso provocador Lars von Trier.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. A las 12 y 18.30 horas.

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